¡Tu carrito está actualmente vacío!
Abril, 2019: A un año de haber salido de Venezuela hablo desde cuatros puntos de vista: perspectiva, retrospectiva, introspectiva y prospectiva. Migrar, las respectivas miradas que son mías, tuyas, de otros.
Para empezar quisiera apuntar que, tanto quien emigra como quien se queda no han de ser juzgados, son dos posturas determinadas por el proceder de cada individuo, dos maneras de enfrentar el momento. Emigrar o quedarse son decisiones diferentes pero igual de complejas y desafiantes.
Creo que emigrar no se basa en una sola razón, en mi caso se condensan varias. Uno, vivir por fuera era una materia que quería repetirla de nuevo, pero por más tiempo. Dos, necesitaba distancia, ser ajena, explorar, y mira que lo he conseguido. Y tres, el país, la razón de más peso para todos.
Yo he vivido la ida, el retorno, la quedada, el volver a irse y ahora el qué será.
Salir del país suele ser una idea alentadora pero pesada. Muchas veces lo consideré y varias veces me dispuse. Cuando me enamoré de Barcelona, pero se abrieron oportunidades en Venezuela. Aquellas reuniones para irse a Canadá, pero tenía que casarme para mejorar el chance. Cuando la vida me puso a hacer pan y a su vez a crear una audiencia en Instagram, pero no prosperó mi idea de expandir el proyecto en el exterior. Finalmente tomé dos maletas, a Luka y unos cuantos objetos que migraron. Felizmente pude cuadrar -grata y bonita- compañía, además de la de Luka, y es que yo ya había vivido sola en el extranjero y mira no, esta vez no; yo soy de equipo, de familia.
Aquí deberían ir los consejos para quienes emigran, pero de eso me ocupo en el Manual Cortito para Newly Migrantes.
Migrar, las respectivas miradas
Perspectiva. Para ver a través de
Emigré un 12 de abril del 2018, lo hice en tiempos de éxodo y eso duele y te descoloca. Migrar te convierte en una maleta de expectativas y de vulnerabilidad, quizá haya que bajarle peso a ese equipaje. Es entonces cuando: se entienden algunas ideas contrapuestas, como la distancia acerca; estudias un poquito el país de acogida, porque te das cuenta que no lo hiciste a tiempo; te haces una comida para estar -como- en casa con las recetas que dan mamá y tías por el grupo de whapp.
Retrospectiva. Mirar hacia atrás
El tiempo pasa ligero, pero su tránsito es de contrastes, al menos esa sería mi palabra para describirlo. Se siente flotar con un saco de papas encima, es como caminar sin piso, es tener un vacío en el esófago y el corazón pleno, se llena de nudos la garganta y la espalda, mientras que las piernas y la mente andan desatadas.
Introspectiva. Mirar hacia dentro
Migrar es la experiencia más “saca zona de confort” que he tenido, demanda desarrollar nuevas configuraciones personales, como la paciencia a mil, la austeridad sin sacrificar deleites, el desprendimiento material y el refuerzo de vínculos emocionales. Es reveladora porque sensibiliza mucho. Me he perdido para reencontrarme, me he cuestionado para darme justificativos. Reconoces, valoras y te fortaleces.
Prospectiva. Mirar hacia delante, al futuro
En vano no pasará esta experiencia, tiempo de frustraciones y logros que abre la puerta a una vida de goces más sencillos y propuestas (para lo creativos) más sofisticadas. Se va estructurando un sistema colaborativo, permeable, de matices.
Estas miradas que son mías
también son tuyas, de ella, él, de otros.
Emigrar es la esencia del darwinismo: la búsqueda de la supervivencia, aún por encima de tus arraigos
Alba Codutti
[wp_show_posts id=”12609″]